Masada, la fortaleza de los héroes

20.06.2020

     A orillas del Mar Muerto, en la zona oriental del desierto de Judea, se eleva un conjunto de fortificaciones en una plataforma con aspecto de meseta. Fue el escenario de la Gran Revuelta Judía en la que gran parte de sus protagonistas se quitaron la vida para no caer en manos romanas tras agotadoras jornadas de defensa de la plaza judía. En la historia de Israel es todo un símbolo de la resistencia frente al Imperio romano antes de la definitiva diáspora por todo el mundo, especialmente por las ciudades del Mediterráneo. Hay que recordar que los judíos tenían prohibido pisar Jerusalén desde esta humillante derrota, una pena arrastrada por los herederos de aquellos expulsados que hicieron del exilio un deseo continuo de volver a la tierra de sus ancestros.

   En la actualidad es Parque Nacional de Israel (1966) y patrimonio de la Humanidad de la UNESCO (2001). Fue un lugar ocupado desde el IV Milenio a.C., es decir, en la Edad del Cobre. Su aspecto de pirámide truncada o de meseta sobre un promontorio de difícil acceso le otorga ese aire defensivo. Pero para los judíos, Masada siempre será un símbolo de resistencia y amor por Eretz Israel.


"Setenta años después de la muerte de Herodes, en el año 66 d. C., dio comienzo la primera guerra judeo-romana debido a las tensiones religiosas entre judíos y romanos. La principal fuente de información es la mencionada La guerra de los judíos del historiador Flavio Josefo. Es una obra que debe tomarse con cierta cautela debido a su carácter apologético, constituyendo no obstante la única fuente coetánea existente que narra los acontecimientos acaecidos durante ese conflicto. Respecto a Masada, Josefo se hallaba en Roma en el momento de la caída de la fortaleza, y no fue por tanto testigo directo de la misma, a diferencia de la toma de Jerusalén. No obstante, usó como fuentes directas los commentarii oficiales de la contienda y los relatos de los supervivientes.

Según Josefo, los zelotes (en hebreo קנאים, kana'im, "celosos de Dios") fueron el grupo principal que llevó el peso de la sublevación para liberar la provincia de Judea de la dominación romana. Otro de los grupos que también se sublevó fue el de los sicarios (en latín sicarii), rivales no obstante de los zelotes y otros grupos judíos, que usaban el asesinato y el pillaje para lograr sus objetivos, siendo uno de los grupos más extremistas; de acuerdo con el historiador judeorromano, constituían una escisión de los propios zelotes.

De esta forma, en el mismo año de la rebelión, un grupo de rebeldes sicarios liderados por Menájem, hijo de Judas el Galileo, tomó Masada por sorpresa y degolló a la guarnición romana apostada en la fortaleza.​ Ésta se hallaba compuesta por una de las diez cohortes de la Legio III Gallica, que se hallaba estacionada en Masada desde el despliegue de la legión en la provincia en el año 44,​ cuando Judea pasó a ser gobernada de nuevo por un procurador romano tras la muerte de Herodes Agripa I. Los sicarios encontraron en la fortaleza un arsenal suficiente para equipar un ejército de diez mil hombres, e importantes reservas de metal (hierro sin trabajar, bronce y plomo) para fabricar nuevas armas y municiones. Los almacenes estaban surtidos de trigo, leguminosas, aceite, dátiles y vino (bien conservados gracias al ambiente árido del desierto circundante),​ los fértiles huertos de la cima podían proporcionar alimentos frescos, y los canales excavados en la roca calcárea capturaban y conducían el agua de lluvia a las cisternas subterráneas. La fortaleza estaba por tanto preparada para resistir un sitio prolongado.     Poco después de la captura de Masada llegó un nuevo grupo de sicarios y sus familias, liderado por Simón bar Giora, que comenzó a realizar incursiones contra las poblaciones vecinas, llegando hasta Idumea. Simón acabó por abandonar la fortaleza, marchando finalmente hacia Jerusalén, donde sería capturado tras el asedio y destrucción de la capital judía por parte de Tito en el año 70, hecho con el cual concluía prácticamente la primera guerra judeo-romana. Sólo subsistían tres fortalezas desafiantes al poder romano: Herodión, Maqueronte y la propia Masada, que acogió a grupos de refugiados de Jerusalén, y desde la cual se lanzaron numerosos asaltos contra unidades romanas y aldeas judías durante los dos años siguientes (...).

Para conjurar los problemas que causaban los rebeldes de Masada el gobernador romano de Judea, Lucio Flavio Silva, marchó hacia la fortaleza dispuesto a asediarla con un ejército compuesto por una legión romana (la Legio X Fretensis), cuatro cohortes auxiliares (una de ellas miliaria y otra equitata) y dos alas de caballería.​ Para albergar estas tropas dispuso la creación de ocho campamentos que rodearan la fortaleza, ubicados tanto en la planicie occidental como en la llanura costera oriental, que pudieran acoger un contingente de 9.000 hombres, entre legionarios y auxiliares, a los que habría que sumar seguidores y prisioneros judíos esclavizados. También se erigió una muralla que rodeara la fortaleza, que fue construida exclusivamente por los legionarios: al ser una labor muy específica y fundamental para el éxito del asedio, Silva sólo empleó soldados de confianza, dejando a los esclavos y a los auxiliares otros menesteres, como el aprovisionamiento de agua y otras labores de mantenimiento general.

Respecto a los accesos, sólo existían dos senderos que ascendían hasta la fortaleza. Uno de ellos, el "Camino de la Serpiente", consistía en un angosto y escarpado sendero que ascendía sinuosamente por el flanco oriental a lo largo de 30 estadios (5,2 kilómetros), cuya estrechez y acusada pendiente imposibilitaba un asalto sobre Masada. El segundo acceso era otro estrecho camino situado en la ladera occidental y custodiado desde la fortaleza, aunque era menos tortuoso, de forma que Silva optó por esta vía. Así, después de numerosos y vanos intentos por abrir una brecha en las murallas de Masada, ordenó construir una rampa (agger) que ascendiera hasta su lado occidental, desde un promontorio denominado la Roca Blanca (Λευκέ), situado a 300 codos (unos 150 m) por debajo de la cumbre de Masada. La construcción duró varias semanas, tras utilizar miles de toneladas de piedras y tierra apisonada ubicadas sobre una pendiente de origen natural preexistente,​ conformando así una de las mayores estructuras de asedio conocidas en época romana. Finalmente la rampa alcanzó unos 196 m de base y 100 m de altura, con un 51% de pendiente. Josefo no registra ninguna acción importante de los sicarios para impedir el avance romano, a diferencia de lo ocurrido en otros asedios anteriores contra fortalezas judías como en Maqueronte, y cuya causa podría ser la progresiva falta de medios de los sicarios para combatir al ejército sitiador romano. También se ha especulado con la posibilidad de que la rampa hubiera sido erigida por los esclavos judíos del ejército romano, por lo cual los sicarios se habrían mostrado reacios a atacar a otros judíos debido a sus creencias.


Unos tres meses después de haberse iniciado su construcción, y siete meses después de iniciarse el asedio, la rampa fue finalmente finalizada en la primavera del año 73, contando en su cumbre con una plataforma cuadrada de 22 metros de lado. Sobre ella se situó una torre de asedio (reforzada con hierro y de unos 30 metros de altura) junto al exterior de la muralla de Masada, y mientras los artilleros de los pisos superiores de la torre disparaban sus escorpiones y balistas para mantener el parapeto libre de sicarios, un ariete situado en el piso inferior de la torre golpeaba continuamente la muralla hasta que se consiguió abrir una brecha. Sin embargo, los legionarios descubrieron que los sicarios habían construido una segunda muralla a continuación del parapeto exterior. Cuando el ariete comenzó a golpear esta segunda muralla, los romanos comprobaron que había sido erigida con capas alternas de piedras y madera, de forma que ésta absorbía los golpes del ariete e incluso se fortalecía así, tal como Julio César había comprobado en sus asedios en la Galia un siglo antes; es ésta la razón por la cual este tipo de estructura recibió el nombre de muralla gala (murus gallicus) desde entonces.

Esa misma tarde Silva canceló las embestidas del ariete y envió a un grupo de hombres armados con antorchas para incendiar la muralla interior, que comenzó a arder rápidamente a lo largo de la estructura. No obstante, comenzó a soplar un fuerte viento desde el norte y de cara al ejército romano, que amenazó la maquinaria de asedio hasta que cambió de sentido y avivó las llamas, lo cual fue interpretado como un buen augurio. Entonces Silva ordenó montar una fuerte guardia que custodiara la muralla incendiada, para así evitar que los judíos escaparan por la noche a través de la brecha, ya que su intención era lanzar el asalto definitivo al día siguiente.

Dentro de Masada, los sicarios fueron conscientes de que el asalto final del ejército romano llegaría con el nuevo día. Según el relato de Josefo, el entonces líder de los sicarios, Eleazar ben Yair, reunió esa noche a sus hombres en el palacio occidental, pronunciando un discurso donde propuso darse muerte ellos mismos para evitar ser hechos prisioneros y vendidos como esclavos. De esta forma, dado que el suicidio como tal es denostado por las leyes del judaísmo, los hombres mataron a sus familias, y posteriormente eligieron por suertes a diez de ellos para quitar la vida al resto. Finalmente, entre estos diez eligieron de nuevo a uno que acabó con la vida de los demás, y antes de darse muerte prendió fuego a la fortaleza, excepto a los depósitos de víveres, para así demostrar a sus enemigos que actuaban por resolución, no por desesperación.

A la mañana siguiente los legionarios romanos colocaron pasarelas sobre la muralla incendiada e irrumpieron en la fortaleza, preparados para combatir a los sicarios, mas toparon con un silencio sepulcral y la visión del fuego y de los cuerpos sin vida de sus enemigos. Flavio Josefo señala que murieron todos los defensores, en número de 960,​ salvo una anciana y una mujer, parienta de Eleazar, que se habían refugiado junto a sus cinco hijos en una de las galerías subterráneas que conducía a las cisternas,​ y que fueron quienes relataron las últimas palabras que el líder sicario pronunció a sus hombres. Impresionados por la resolución de los sicarios, los romanos perdonaron la vida a los supervivientes, escribiendo Josefo sobre este episodio.

Flavio Josefo da como fecha tradicional de la caída de Masada el día 15 de Jántico o Nisán,​ el primer día de Pésaj,​ del quinto año de la rebelión judía, el año 3833 en el calendario hebreo. En el calendario juliano esta fecha se ubica en el mes de abril del año 73, pudiendo corresponder a días tan dispares como el 14, el 16 o incluso el 10 de abril. Otros análisis mencionan la posibilidad de que la conquista de la fortaleza pudiera haber sucedido en la primavera del año 74,​ un año después de lo tradicionalmente aceptado; se fundamentan principalmente en inscripciones epigráficas que narran el cursus honorum de Silva y que discuten que fuera gobernador de Judea antes de abril de ese mismo año.​ Si se acepta la fecha del 15 de Jántico, la correspondencia con el calendario juliano para ese año establece la fecha del 31 de marzo del año 74​".

Fuente: Wikipedia.


Enlaces de interés:

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/masada-ultimo-bastion-judio_9799

https://www.viajandoentrepiedras.com/masada-israel/ 


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