Judíos en Sarajevo

YO SOY UNA ROSA: PRESENTE Y PASADO DEL PUEBLO JUDÍO EN BOSNIA
STEPHEN SCHWARTZ
Traducción de Rubén Gallo
Antes de la segunda guerra mundial, Bosnia contaba con una comunidad judía de entre doce y quince mil personas. En Sarajevo vivían siete mil sefardim o judíos ibéricos que hablaban judeo-español o "ladino", como se lo llama comúnmente, y mil quinientos ashkenazim, o judíos gemánicos Al menos ocho mil de ellos murieron entre 1941 y 1944. En Sarajevo, una lápida conmemorativa que recuerda a nueve mil víctimas de Hitler contiene siete mil quinientos nombres judíos de entre los cuales trescientos cuarenta fueron soldados.
Las dos sinagogas de Sarajevo coexisten cerca de algunas de las setenta y dos mezquitas que hay en la ciudad. Estos números reflejan las proporciones de la comunidad musulmana, que constituye entre el 40 y el 45 por ciento de la población de Bosnia y Herzegovina (entre 30 y 35 por ciento son serbios ortodoxos y entre 15 y 20 por ciento son croatas católicos). La sinagoga ashkenazi fue construida a principios de siglo durante la dominación austriaca.
No muy lejos está la mezquita imperial, construida en 1566 por órdenes de Suleimán el Magnífico. La vieja sinagoga sefardí se yergue bajo la sombra de la mezquita Husrev-Bey, que data de 1531 y es la más grande de Yugoslavia.
Los recintos de la sinagoga y la mezquita forman parte de la plaza principal de estilo oriental, o bashcharshia, que está a cinco minutos del puente sobre el cual un estudiante serbio, Gavrilo Princip, hizo los disparos que desencadenaron la primera guerra mundial.
Los musulmanes de Bosnia han tenido pocos vínculos con el mundo árabe. Etnicamente pertenecen a los eslavos; son descendientes de burgueses bosnios que, para mantener el derecho a sus tierras, participaron en conversiones masivas después de la conquista de la región por los turcos. Muy pocos turcos reales se asentaron en esta región. Los musulmanes bosnios hablan serbocroata -tal vez el único ejemplo real de esa construcción linguística cuya autenticidad niegan cada vez más los mismos serbios y croatas. Los musulmanes bosnios, salvo en momentos excepcionales, han mantenido buenas relaciones con los judíos y reflejan la estrategia del imperio otomano que fomentó activamente la inmigración judía.
En Yugoslavia se encuentra la comunidad musulmana más grande de Europa, cuyos números ascienden a cinco millones e incluyen a dos y medio millones de Bosnios y a dos y medio millones de albaneses. Se debe hacer hincapié en la condición de estas personas como musulmanes europeos. Los ciudadanos islámicos de Bosnia y de las provincias de habla albanesa tienen profunda conciencia de su posición como elementos olvidados en el panorama europeo y parecen ansiosos por integrarse al resto de Europa de una manera moderna, plural y democrática.
"Europa" y "democracia" fueron las dos palabras que figuraron con más prominencia en las campañas electorales de los políticos musulmanes en Bosnia y Herzegovina durante las primeras elecciones no amañadas (aunque comunalistas) de 1990. Existe el fundamentalismo pero sin las expresiones políticas que se conocen en otras partes. Los sentimientos antisemitas son tan poco comunes como el velo en las mujeres, que es casi desconocido.
Si los musulmanes yugoslavos se desconocen en Europa, en Bosnia los judíos son una leyenda que está desapareciendo. En Sarajevo, la comunidad judía, antes de la guerra presente, tenía registradas a mil doscientas personas, aunque puede haber al menos mil más que no se han afiliado a la comunidad o que sólo se identifican como "yugoslavos" en las encuestas de los censos. Ivica Ceresnjes, arquitecto y presidente de la comunidad, me dijo que se mantiene la tradición de coexistencia entre judíos y musulmanes que existía antes de 1940. Según algunos judíos, las relaciones entre judíos y musulmanes son mejores que aquellas entre judíos y croatas o entre musulmanes y serbios.
Pero el verdadero judaísmo religioso ha sido prácticamente olvidado entre aquellos que se consideran judíos en Sarajevo. La función de la sinagoga sefardí como museo nos dice mucho. Lo mismo ha pasado con la sinagoga sefardí de Dubrovnik, aunque en toda Bosnia perduraban vestigios del esplendor ladino de tiempos pasados en forma de libros, canciones, y otros textos en judeo-español. Estas reliquias han sido preservadas por los viejos y por algunos jóvenes, y son conocidas y recordadas por todos, incluyendo a musulmanes y a cristianos bosnios. A pesar de las amenidades ofrecidas por el centro comunitario judío de Sarajevo, ni siquiera existen suficientes judíos religiosos con buena salud para mantener la sinagoga ashkenazi en uso todos los shabbos (ndr Shabat). En contraste, en Zagreb, la capital croata, un solo minyan deambula por la nueva cámara de oración en el centro comunitario de esa ciudad. En Sarajevo, las dificultades que los judíos religiosos encuentran al observar el shabbos se complican con el clima extremadamente frío, que obliga a los ancianos a quedarse en sus casas. La gran sinagoga ashkenazi se utiliza solamente durante las celebraciones de Yom Kippur y Rosh Hashanah.

Sin embargo, el deterioro de la vida religiosa judía en Yugoslavia no se debe tan sólo al frío. A pesar de la imagen que proyectaba el país durante la época de Tito como una isla de liberalismo "socialista", el antiguo régimen fue comunista y totalitario en lo relacionado con sus ciudadanos. Aún así, la iglesia católica libró un exitoso kulturkampf contra el ateísmo oficial, sobre todo en Croacia, y los musulmanes pudieron continuar sus prácticas religiosas casi sin restricciones. En cambio, la vida ritual judía, así como las actividades de la iglesia Ortodoxa serbia, sufrieron graves pérdidas en los corazones de aquellos que pudieron haber sido creyentes.
Una y otra vez en Sarajevo, en Zagreb, y en otras partes, he oído decir a jóvenes judíos que sus comunidades necesitaban tan sólo dos cosas: independencia del gobierno nacional, que había utilizado a las comunidades locales como vehículos de adoctrinamiento político, y una yeshiua (escuela rabínica) para producir rabinos. Una y otra vez he escuchado las palabras tristes de aquellos que trataron de convertirse en judíos practicantes a través de las comunidades oficialesy no recibieron formación religiosa ni orientación alguna. Estos problemas persisten y podrían acarrear dificultades para el futuro.
Sarajevo toma su nombre de la palabra "Saraj" (como en "sarrallo") que en los lenguajes de Asia Central significa originalmente "corte", aunque nunca existía corte en Sarajevo, porque en garantía de los derechos bosnios el visir provincial turco siempre tenía que residir en Travnik, con su acceso a Sarajevo limitado a una sola noche de visita. Pero también la palabra tiene el significado de campo o centro de comercio. Originalmente la ciudad se llamaba "Sarajevo Polje", el Mercado de los Campos. Su apodo sigue siendo "Saraj". ¿Cómo fue la ciudad judía de "Saraj" antes de Hitler? Un paseo por la sinagoga vieja, con sus exposiciones históricas, puede resultar conmovedor. Los apellidos revelan las duras travesías desde España y las escalas en Italia, Grecia y Bulgaria: Pardo, Pinto, Toledano, Capon, con hijas llamadas Bella, Blanca, Joya, Justa, Flora, Luna, Perla, Rosa, Estrella, Soledad.
El primer grupo sefardim llegó a Dubrovnik -que entonces se conocía como Ragusa- directamente desde España entre 1502 y 1504, cuando, según un experto, Venecia, la ciudad benefactora de Ragusa, había bloqueado el comercio turco. La comunidad judía de Dubrovnik data originalmente de 1352 y obtuvo reconocimiento legal en 1407. En el norte, en la ciudad dálmata de Split (Spalato), el cementerio judío incluye nombres de varios sefardim ilustres, incluyendo al editor y político Vid Morpurgo y a Daniel Rodríguez, el arquitecto del edificio de aduanas de la ciudad. Durante la guerra turco-veneciana de 1657, tantos sefardim participaron en la defensa del castillo de St. Rajnerij, que el lugar se convirtió en "el castillo de los judíos", apodo que se sigue utilizando hoy.

En Dubrovnik varios sefardim se convirtieron en oficiales consulares distinguidos o diplomáticos, incluyendo a Isaac Trinco (1524), Angelo Samuel (1541), Jacob Caduto(1557), Samuel Ergaz (1585), Daniel Caduto (1612), y Zakariah Gracián (1627). El historiador de Dubrovnik Serafin Crijevic escribió las biografías de Shlomo Oef y de Cohen Lunel. Tal vez los más famosos personajes sefarditas de Dubrovnik fueron Joáo Rodrigues, conocido como Johanes Amatus Lusitanus, físico de habla portuguesa que vivió a mediados del siglo dieciséis y fue autor de importantes tratados médicos, e Isaiah Cohen, conocido como Didacus Pyrrhus, escritor y latinista.
Hacia mediados del siglo dieciséis, había diez familias sefarditas residentes en Sarajevo. En 1581, el gran visir turco Syavush Pasha ordenó la construcción de un complejo de edificios cerca de lo que hoy conocemos como la sinagoga vieja. Los proyectos para el complejo incluían una casa comunal para familias pobres con cuarenta y seis cuartos, una sinagoga y una pensión. Con total libertad de movimiento, los judíos no consideraban a este "gran patio" como un ghetto. Sin embargo, la comunidad vivía bajo restricciones. No se permitía que los judíos usaran el verde -el color del profeta- en su ropa, y sólo podían usar zapatos negros. Sus celebraciones religiosas no podían molestar a la demás gente y se pagaba un impuesto por cada judío mayor de nueve años. Además, se obligaba a los judíos a proporcionar comida y transporte para el visir provincial durante sus visitas a Sarajevo. Aún así, se les garantizaba la autonomía religiosa y educativa, incluyendo el mantenimiento del Beth Din como tribunal civil. Los judíos prestaban juramento en los juicios "por Dios, quien reveló la Tora a Moisés".
La comunidad creció e incrementó sus riquezas y su horizonte intelectual: aquí vivieron traductores del Zohar y de los libros sagrados, grandes rabinos y poetas que hablaban y escribían en "el lenguaje de Cervantes" -un castellano impreso, desde la introducción de la imprenta, en los caracteres rashi del hebreo.
Los sefardim parecen haber tenido dones y talentos para la síntesis poética con las tradiciones de las culturas vecinas, al mismo tiempo que resistieron la teología islámica y la cristiana. En Occidente, por lo general olvidamos que el binomio "sefardita/ashkenazi" significa no sólo "español/alemán" sino también "mundo islámico/mundo cristiano". Muchos elementos de las celebraciones judías modernas son de origen ibérico, incluyendo algunos de los más bellos poemas litúrgicos, los textos de Maimónides, el Zohar, y otras fuentes cabalísticas. La España en que se crearon estos textos fue una tierra en la que la cultura judía siempre tuvo gran influencia, a pesar del destino de los gobernantes locales.
En sus comentarios sobre una colección de baladas recopiladas en Bosnia y publicada en 1933, Kalmi Baruh, un especialista sobre Sarajevo, escribió que Israel Najjara, un poeta religioso del siglo diecisiete, compuso zemirots en hebreo basado en los textos en castellano de antiguas canciones españolas. Esta práctica también ha sido llamada "juegos de palabras hebreo-españolas". Este importante análisis refuerza la noción del inmenso impacto que el español tuvo sobre la cultura judía en un proceso de intercambio constante. Estas apropiaciones no eran poco comunes, como se puede comprobar en la historia de la poesía hebrea. Otro fenómeno aún más espectacular es el comentario que Rashi escribió en el siglo doce sobre el Cantar de los cantares (Shir ha-Shirim) de Salomón, en donde se encuentran aspectos en común con la doctrina de los trovadores que dominaba en la poética cristiana de la época. (Si fuéramos más allá, podríamos llegar a la ideología herética de los cátaros cristianos, según la conocida teoría de Denis de Rougemont. Otra dirección podría llevarnos hasta los sufíes).
Como ha propuesto al menos un especialista, existen precedentes de la posible asimilación de la canción amorosa islámica -la tradición lírica del sevdahlinka- a la lírica sefardí. Samuel G. Armistead, el especialista más importante en materia de literatura judeo-española, ha escrito que la cultura sefardí en Sarajevo fue "menos conservadora" en sus patrones de preservación de baladas que Salónika, la "capital" del mundo sefardí oriental.
La catástrofe de 1941-1944 dejó un número alarmante de pérdidas humanas y culturales. El famoso Huggudah de Sarajevo, uno de los más bellos manuscritos iluminados judíos, que fue realizado en España y llevado a Bosnia poco después, fue escondido en una aldea remota para protegerlo de los saqueadores nazis. Hoy es uno de los tesoros artísticos más importantes de Yugoslavia y se guardaba en el Museo Nacional de Bosnia y Herzegovina; ahora, como antes, está escondida en un lugar seguro.
Otras obras no tuvieron tanta suerte. Siete mil volúmenes que se encontraban en bibliotecas de la comunidad sefardí y en la organización benéfica denominada "La Benevolencia" fueron robados y destruidos junto con antiquísimos manuscritos médicos y científicos, exquisitos objetos rituales de plata, y un número desconocido de pinturas. Más triste aún para la cultura sefardí fue la desaparición de tres manuscritos escritos en español con letras rashi que contenían vastos compendios de cuentos ibéricos, baladas, poemas, dichos, anécdotas, y documentos históricos que habían sido copiados repetidamente. Parte de esta herencia ha sobrevivido en forma de libros impresos, pero muchos manuscritos científicos y literarios inéditos se perdieron para siempre.
La producción literaria de los sefarditas bosnios fue considerable. Como dijo Samuel M. Elazar, farmaceútico y coleccionista de canciones y otras obras, surgió un estilo de composición particularmente ladino basado en "formas poéticas que se distanciaron, en forma y sustancia, de los modelos españoles originales, y, en contraste, comenzaron a parecerse en estilo y contenidos a las canciones populares de la población bosnia y a las canciones de amor musulmanas (sevduhlinku). Nuestras mujeres sefarditas fueron las principales conservadoras de la tradición, especialmente de las baladas, melodías y danzas españolas. Nuestras tías y abuelas preservaron y guardaron celosamente, casi con devoción religiosa, la totalidad de la herencia cultural que había sido traída de España. " Mientras tanto, los hombres compusieron incontables canciones, himnos y oraciones, incluyendo los piyyutim escritos principalmente por rabinos. Con respecto a la influencia de la tradición sevdahlinku en la lírica judía en Bosnia, Elazar llegó a decir que "las canciones de amor, en las cuales se proclama el amor de un muchacho por una muchacha y viceversa, están llenas del sentimiento que llamamos sevduh. Este sentimiento apasionado, sin paralelos por su profundidad afectiva, se expresa en su forma más delicada y noble en las baladas que llamamos, con toda razón, 'nuestras (es decir, judías) sevdahlinkas'.

Es cierto que no podemos hablar de influencias occidentales en estas melodías sefarditas.
Las canciones sefarditas, que casi siempre eran cantadas en forma individual, reproducen temas árabes, turcos, y otros elementos de la música oriental.
Cuando las escuchamos, no podemos impedir que nuestras almas sean transportadas a un mundo romántico y oriental, al sosiego y a la placidez del ser, a esta única y exquisita languidez que llamamos sevduh.
"El triste y justificado temor a que el judeo-español desapareciera por completo en Sarajevo llevó a Elazar, junto con otros pocos colaboradores, a comenzar la compilación de canciones, baladas, bailes, y otros elementos de la cultura sefardí en Bosnia que pudieran ser encontrados en fuentes impresas antes de 1941.
Además, elaboraron un archivo oral empezando con las mujeres sefarditas.
Muchas composiciones tuvieron su origen en las celebraciones familiares e incluían fórmulas para brindis y melodías generales que se podían volver a escribir para honrar a individuos específicos.
En 1987, Eleazar publicó una edición de dos volúmenes, en español y serbocroata, de su Romancero judeo-español. Esta obra de cuatrocientas páginas compila cientos de ejemplos de diversos géneros e incluye antiguas baladas españolas, poemas sefarditas en español, poemas ladinos escritos en Bosnia, versos festivos y para el shubbos, cantos de peregrinos a Erez Israel, y otras categorías. Muchos de ellos son sumamente hermosos, y creo que tienen el mismo nivel de excelencia que las obras de poetas clásicos y modernos del mundo de habla hispana.