Historia de los judíos en Cuba
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Fuente del texto: Aish Latino
Los judíos han estado en Cuba desde la época de Colón. Hoy hay menos de 1.500 judíos, y ellos continúan manteniendo la cultura y las tradiciones del judaísmo.
Cigarros de nivel mundial. Ron elaborado con la mejor caña de azúcar. El ritmo intenso de la salsa. Esas son las cosas típicas que vienen a la mente cuando se menciona a Cuba. Pero… ¿sabes qué más tiene Cuba? ¡Judíos!
Los judíos han estado en Cuba desde la época de Cristóbal Colón y desempeñaron un rol vital en el desarrollo del país, primero como participantes de la guerra de Estados Unidos contra España, y posteriormente, ayudando a José Martí a asegurar la independencia del país como una nación soberana. En las décadas siguientes, la comunidad creció y se desarrolló, convirtiéndose en un elemento importante de la sociedad, la cultura y la economía de Cuba.
En su momento cumbre, durante la década de 1950, la era dorada de Cuba, la comunidad judía contaba con más de 15.000 personas que llegaron en dos grandes olas inmigratorias. La primera trajo a judíos sefaraditas o turcos, que decidieron abandonar el decadente imperio otomano y comenzaron a llegar a comienzos del siglo XX.
Luego el país recibió un influjo de refugiados ashkenazim, conocidos como los polacos, que llegaron de las cenizas de Europa y utilizaron la isla como un refugio temporario mientras esperaban permiso para entrar a los Estados Unidos. Sin embargo, muchos de ellos eligieron quedarse permanentemente en Cuba y se convirtieron en la espina dorsal de una clase media vibrante y exitosa de comerciantes que se integraron a la sociedad cubana general.
En su nueva patria adoptiva, estos inmigrantes ayudaron a construir una comunidad judía que contaba con tres sinagogas, un restaurante kósher, escuelas judías, un centro cultural e incluso un cementerio en Guanabacoa, en las afueras de La Habana. Durante los años 50, La Habana era considerada como Las Vegas del Caribe, con los últimos adelantos de tecnología, moda y entretenimiento que existían en los Estados Unidos.
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Tras la Revolución cubana a finales de los años 50, la mayoría de los judíos partieron del país en busca de nuevas oportunidades en los Estados Unidos, Sudamérica, Canadá u otros lugares del Caribe, pero un pequeño grupo se quedó. Aunque en la actualidad hay menos de 1.500 judíos en Cuba, ellos continúan manteniendo la cultura y las tradiciones del judaísmo.
Las instituciones fundadas por sus ancestros siguen activas y en uso, continúan albergando servicios religiosos, bodas, bar mitzvás y otros eventos culturales. El Centro Sefaradí, que sirve como una especie de Centro Comunitario Judío, incluso tiene una pequeña pero informativa exhibición sobre el Holocausto que relata las experiencias de los inmigrantes que llegaron como refugiados a Cuba. Una historia triste pero destacada, es la del St. Louis, el barco al que le negaron entrada a Cuba y fue enviado de regreso a Europa con 900 pasajeros que eventualmente murieron en manos de los nazis.
Como una sinagoga en funcionamiento, el Patronato (Beit Shalom) cuenta con una "farmacia" privada que organiza la ayuda y la asistencia en la distribución de medicamentos a la comunidad local, tanto a judíos como a no judíos. De hecho, la farmacia es ampliamente conocida en Cuba como una de las mejores abastecidas del país gracias a la generosidad de los viajeros judíos que llegan de visita.
Más recientemente, en el 2019 abrió un establecimiento que ofrece camas y desayuno kósher, Chateau Blanc, en el barrio Nuevo Venado de La Habana. Fundado por una familia judía cubana que fue miembro de la comunidad durante la década de 1940 y 1950, esta es la primera y única instalación de esta clase en la isla que ofrece comidas, productos y catering kósher, así como una decoración con temática judía. Su misión es alentar a los visitantes a llegar y aprender más sobre la comunidad judía, y ayudarla a crecer y prosperar.
Si bien la isla alberga playas de renombre mundial, una vida nocturna deslumbrante y gente increíblemente cálida y acogedora, Cuba es un país relativamente pobre y el impacto de la pandemia ha hecho que las condiciones se volvieran bastante desafiantes para todos sus habitantes. Se alienta a los turistas a llevar ayuda en la forma de medicamentos de venta libre y recetados, alimentos y otros artículos que puedan dejar a las personas necesitadas. "Pack for a Purpose" es una excelente organización sin fines de lucro que ayuda a los viajeros a prepararse mejor para su viaje.
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Para saber sobre los judíos y la historia del diamante en Cuba, leer este artículo publicado en www.accem.es:
La historia de los judíos que huyeron de Europa ante la persecución nazi es bastante conocida, pero ¿conocéis que fue de quienes se refugiaron en Cuba? Marion Finkels Kreith tenía 14 años cuando navegó por el Atlántico con su familia para tratar de salvar sus vidas. En esta isla del Caribe encontraron refugio donde sentirse a salvo y un trabajo para mantenerse, el pulido de diamantes, una industria que hicieron crecer los refugiados y que ha quedado olvidada con el pasar de los años. Judíos trabajando con cubanos, mujeres con hombres y culturas con convergían en la isla con naturalidad.
La educadora de danza profesional Judy Kreith es hija de Marion y al oír toda la vida historias de su madre, se preocupó por conocer a fondo sobre la situación de los refugiados judíos en Cuba y se inspiró para hacer el documental «Cuba's Forgotten Jewels, a Haven in Havana» ("Las joyas olvidadas de Cuba, un refugio en La Habana"), junto a la documentalista y directora de fotografía Robin Truesdale.
«Mis padres fueron refugiados. Mi esposo es extranjero y esta semana obtuvo su residencia permanente en Estados Unidos. Ahora entiendo lo que es ser inmigrante y refugiado. Ahora entiendo lo que ellos sintieron. Y a pesar de sus muchos años aquí, aún se sienten como extranjeros», ha dicho Judy recientemente en una entrevista concedida a EFE.
La obra estrenada en 2017 se centra en relatos personales de Marion y de otros refugiados que también vivieron en La Habana, quienes recuerdan la Europa devastada por la II Guerra Mundial, su escape de los nazis y el Holocausto, para asentarse en la exótica Cuba y desafiar lo desconocido.
En palabras de estas personas se expresa que los cubanos los recibieron abiertamente y sin ningún tipo de discriminación, trabajaron duro y lograron sobrevivir. Aunque muchos llegaron entre 1933 y 1942, con el fin de la II Guerra Mundial y la llegada de la Revolución Cubana, un gran número regresó a Europa o emigró a Estados Unidos como Marion Finkels Kreith quien creó su hogar en Los Ángeles donde conoció al padre de la directora de este documental.
El documental es amenizado con los ritmos de la melodía judía y de la música cubana y es ahí donde entra el baterista Vince Cherico como músico supervisor de la obra por su amplia experiencia en música de ese país.
El fin principal del documental es dar voz a las personas que sobrevivieron a la barbarie de Adolf Hitler, a mostrar historias inspiradoras y sobre todo buscar que el buen espíritu de acogida que se dio en esa época resurja en el mundo actual.
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