Expulsión de los judíos de España

Lo que España perdió con la expulsión de los judíos
Una decisión político-religiosa como esta tuvo grandes consecuencias
MIGUEL ZORITA. Jueves, 1 de agosto de 2019
Fuente del texto: El Plural.com

Hoy se cumplen 527 años de la expulsión de los judíos de España. Un episodio controvertido que divide opiniones entre los que lo ven como un hecho necesario a favor del catolicismo que vertebraba la política de entonces y los que lo aprecian como la ruina económica del país y que por ende justificaría la mala fama de los Reyes Católicos.
La expulsión de los judíos de 1492 no fue la única en Europa, de hecho, en los distintos reinos cristianos de la península e incluso en la España visigótica ya hubo persecuciones a esta comunidad
En cualquier caso y más allá de unos y otros sentimientos es innegable que una decisión político-religiosa como aquella tuvo sus consecuencias.
Hay quien dice que como los judíos eran prestamistas y banqueros su expulsión supuso la ruina económica del imperio español, etc. argumentos no muy sólidos pues, aunque a muchos endeudados les vino de perlas la expulsión de los judíos, realmente la expulsión no supuso la quiebra del país. Es más, durante siglos nuestro sistema bancario ha dado buenas de saber hundir el país sin ayuda de nadie.
Entonces... además del drama humano que supuso la expulsión de los judíos, ¿qué perdió España? Cultura, y en consecuencia desarrollo científico que a postre haría a España perder fuerza política, económica y militar.
Parece insignificante que una comunidad minoritaria como los judíos abandone un país cuando este está en pleno apogeo (recordemos que por aquel entonces España se hizo con el reino de Granada y unas décadas después con el de Navarra). Ahora bien, si entre los expulsados va una mente brillante, la pérdida es sencillamente irreparable.
Los Reyes Católicos deberían haber aprendido la lección impartida por la historia un siglo antes. En 1391, las persecuciones anti judías hicieron huir de Mallorca aun aparente ciudadano más. Se llamaba Jaume Riba, a raíz de haberse convertido al cristianismo, pues su nombre original era Jehuda Cresques. Hijo de Cresques Abraham y principal representante de la escuela cartográfica de Mallorca, que trasladándose a Portugal supuso no poco impulso a las expediciones náuticas del rey luso Enrique el Navegante.