Descubriendo a los marranos de la Raya portuguesa (y III): el "pueblo expulsado" entre Tras-os-Montes y la comarca de Aliste

27.01.2024

Autor: Juan A. Flores Romero


     Como hemos ido comentando en esta serie de artículos sobre la expulsión de los judíos de España en 1492, se fue creando una red de comunidades hebreas en torno a la Raya portuguesa tal vez con la esperanza de que otro decreto inminente les hiciera regresar a los puntos de origen. Nada más lejos de la realidad; la Inquisición portuguesa también haría su trabajo, en parte por la presión que implicaba recibir ese aluvión de personas que iban a suponer un elemento discordante en la patria del rey Manuel I y por no contravenir la política de Estado planteada por los Reyes Católicos; una nación, una fe. 

     El año 1497 supuso nuevamente `para muchas familias de origen hebreo el exilio definitivo o una conversión que se iba entendiendo cada vez más necesaria con la finalidad de permanecer en la península y no seguir rompiendo los vínculos que existían entre amplias familias que se precipitaban a un futuro incierto fuera de Sefarad; en muchos casos les esperaba un viaje azaroso, salteadores y territorios que nuevamente iban a recelar de esas oleadas de refugiados escapados de las garras de la Inquisición. El destino de los que huyeron ya lo conocemos: Ámsterdam, Salónica, Ferrara, Venecia, Livorno, Estambul o la costa norteafricana. Con el tiempo, algunos más aventureros dieron el salto a América y se asentaron especialmente en colonias portuguesas y posteriormente en islas del Caribe, participando activamente en el comercio del azúcar, el café, los esclavos o el tabaco.

     Ahora nos interesan más esas comunidades que permanecieron en la península adoptando la fe cristiana, aunque no renunciando a ciertas prácticas rituales judías. Podríamos decir que los criptojudíos o marranos de la Raya no se hicieron verdaderos cristianos pero tampoco continuaron con su antigua fe tal y como la entendían sus ancestros. Sabemos por ese legado inmaterial que en muchas familias se fueron transmitiendo cancioncillas, oraciones, alguna prenda ritual como el tallit o las filacterias o simplemente la consciencia de su condición de judíos. Esto es muy habitual ya que, hasta principios del siglo XVIII, hay procesos inquisitoriales (más de doscientos años después de la expulsión) que atestiguan prácticas muy activas del judaísmo o simplemente las celebraciones de las fiestas judías en muchas familias a modo de tradición cultural, quizá más que religiosa, y la preservación de la identidad como pueblo. Algunos sabios medievales como Maimónides ya insinuaban que es lícito adoptar otra religión si ello conlleva la preservación de la vida. Y así lo hicieron muchos judíos de Tras-os- Montes, una comunidad nutrida especialmente con aquella parte del pueblo hebreo que huyó de España a raíz del edicto de expulsión. Se calcula que decenas de miles de judíos penetraron en Portugal a través de las tierras zamoranas, posiblemente, y para mí, sin duda, el punto de entrada más importante de aquellos meses de verano de 1492. Por otra parte, en momentos posteriores, no fueron pocos los hebreos que escaparon de las garras de la Inquisición de Lisboa y Oporto refugiándose en esta región. La Raya portuguesa, en general, fue el espacio elegido por los criptojudíos para seguir permaneciendo en la península por su conexión con Lisboa como puerta de entrada del comercio colonial y, por otro lado, España con la que tenían esa relación familiar por  los miles de cristianos nuevos que también vivían diseminados por muchas poblaciones de Andalucía, Extremadura o Zamora.

     No es de extrañar que cuando el capitán Barros Basto, en el siglo XX, fue consciente de su pasado judío, quisiera recuperar ese patrimonio inmaterial diseminado en poblaciones muy cercanas a la Raya y acercarlos, incluso religiosamente, a las grandes urbes donde en el siglo XX se asentaban los judíos portugueses: Lisboa y Oporto. Gran parte del mérito de recuperar esa judería latente de Belmonte (Portugal) fue de este militar que se enfrentó a no pocos inconvenientes en aquellos años centrales del siglo XX y en plena dictadura de Salazar. El caso de Belmonte (también presente en esta web) es muy peculiar, pues prácticamente es un pueblo donde se asentaron muchos judeoconversos, manteniendo sus costumbres judías en secreto durante medio milenio. De hecho, cuando se concede la libertad religiosa, y merced al trabajo realizado por Barros Basto y muchos de los judíos de Oporto, este pueblo de Belmonte retorna en masa a la fe judía. Hoy en día se puede visitar este enclave del interior de Portugal y comprobar la existencia de su pequeña sinagoga y su pasado hebreo. Muchas familias mantuvieron secretamente, y pasando el legado de generación en generación, esas costumbres judías, esas tradiciones familiares lejos de la ortodoxia religiosa, que incluso muchos judíos no entendieron. Los "anusim" o forzados, como se les llama en el mundo judío a estos conversos, eran observados con recelo ya que habían abrazado la fe católica para salvar sus vidas y eran comparados continuamente con aquellos que sí optaron por preservar la fe de sus padres, arriesgando sus vidas y fortunas, fuera de Sefarad.

     Pero es interesante comprobar, en un sentido principalmente antropológico, cómo pudieron fundirse diferentes tradiciones en esa zona del interior de Portugal ya que no todos los criptojudíos procedían de España. En Tras-os-Montes se conoce que ya desde el siglo XII hubo población hebrea y que la conexión con los reinos de España era bastante importante, especialmente con la comarca o el campo de Aliste. Ha habido expertos y alguna fundación, como "Zamora Sefardí", iniciativa del centro Isaac Campantón, que ha puesto en valor el legado judío de la ciudad y de la provincia. Y es que la presencia judía en tierras zamoranas fue muy importante; prueba de ello son las numerosas aljamas y juderías a lo largo y ancho de estas tierras. Concretamente se hace mucha referencia al caso de Alcañices por su vinculación posterior con los criptojudíos portugueses. El profesor Carlos Carrete Parrondo, un experto en juderías y aljamas de Castilla se expresó en estos términos: "Alcañices es un curioso enclave fronterizo que necesita una monografía específica". Y no cabe duda de que esa especificidad viene de su intensa relación con Portugal y con esas comunidades que se iban asentando a lo largo de la Raya. No hace demasiado tiempo, en Bragança, salió a la luz por medio de una publicación a la que ya se ha hecho alusión en esta web, una serie de rezas o reças que se habían ido trasmitiendo de generación en generación hasta la actualidad y que se han podido recuperar como patrimonio inmaterial. Ello nos indica esa fuerte resistencia por parte de las comunidades criptojudías a abandonar sus milenarias costumbres. El pueblo judío, hay que decirlo, es obstinado, flexible, adaptable y, en muchos momentos de la historia, sincrético con la finalidad de mantener tan solo su identidad. Y es esa la razón de que muchas costumbres pervivieran a lo largo del tiempo sin que por ello estas comunidades volvieran o tornaran a una fe ortodoxa que el medio no les permitía de ningún modo. Cualquier atisbo de judaísmo era vivido y transmitido en la intimidad familiar.

     En otro artículo hago referencia a esa fuerte relación entre comunidades de cristianos nuevos a ambos lados de la Raya. Ya mencioné la región de Alentejo y poblaciones como Évora o Elvas. No es menos importante esa interconexión entre comunidades de origen hebreo más al norte, en poblaciones como Castelo da Vide o Marvao.

     Pero en el siglo XV fue importante la judería de Alcañices, e incluso Luis Álvarez Fernández ha realizado un estudio de los linajes judíos del campo de Aliste. En la localidad mencionada aún se conservan topónimos como "Peña de los Judíos" e incluso ha habido grandes expertos que han estudiado con seriedad los procesos inquisitoriales de los judaizantes zamoranos condenados por la inquisición de Portugal. Tal es el caso del autor Fermín Mayorga que hace referencia a procesos como el de Manuela Monzón, entre 1702 y 1704, natural de Alcañices, o de María de MIranda, acusada de judaizar por la Inqusición de Coimbra, también natural de Alcañices y con residencia en Chaves, sentenciada en 1664. En estas fechas, por cierto, el trasiego de judíos y criptojudíos entre España y Portugal se había normalizado tanto que hasta en la corte de los Austrias nos encontramos con judíos y quizá por ello en 1633 publicara don Francisco de Quevedo su "Execración contra los judíos", pues muchos campaban a sus anchas por una corte mucho más relajada con este tema, aunque la Inquisición tuviera con continuar su trabajo hasta entrado el siglo XIX.

     Volviendo a Bragança, podríamos asegurar que fue uno de los destinos de esas poblaciones salidas de Alcañices y del campo de Aliste con un destino incierto y que terminaron poblando amplias zonas de Tras-os-Montes. En el siglo XIX, concretamente en 1876, el geógrafo francés Élisée Reclus hace esta reflexión en Nouvelle Geographie Universelle: "miles de judíos españoles, desafiando la esclavitud y la muerte, se instalaron en Portugal, cerca de la frontera española y, gracias a una aparente conversión, fundaron importantes comunidades en la tierra del exilio. Todavía quedan muchos vestigios de la antigua población judía, espacialmente, se dice, en las inmediaciones de Bragança y en todo Tras-os-Montes; aunque todos los judíos declarados, raza enérgica e inteligente donde la hubo, fueron a traer su industria, su espíritu de iniciativa, su conocimiento, en varios países de Europa y Oriente".

    La comunidad de Bragança fue nutrida, sin duda, por esos efectivos llegados desde España, concretamente de Zamora, León y Galicia. Durante muchos siglos mantuvieron las tradiciones hebreas en secreto y a raíz de la labor de investigación y toma de conciencia del capitán Arturo Barros Basto se pudo plantear la fundación de la sinagoga de Bragança ya en el siglo XX, que no llegó a fructificar, pero que afloró todo el pasado judío de estas poblaciones que había mantenido su tradición a pesar de los tentáculos inquisitoriales. Muchas familias de la zona llevan los apellidos Rodríguez, Lopes, Oliveira, Calvalho, Borges, Lobo, Díaz, Franco, Ruano, Ferreira, Vargas, Saldaña, igual que en el Alentejo y la zona de Extremadura y Andalucía, aparecen en los procesos inquisitoriales apellidos como  Alvares, Caetano, Duarte, Elías, Lemos, Machado, Oliveira, Pessoa, Rodrigues, Silva, Vargas, Cáceres, Flores, Rosales, Nogales, Ramos,... Estos estudios de la región de Tras-os-Montes son obra del autor Artur Mirandela, muy activo en el redescubrimiento de estas comunidades a lo largo de esta región e incluso de la zona de Sanabria.

     La fiscalización de estas comunidades era continua, sobre todo en los primeros tiempos de la Inquisición. Tras superar la prueba de fuego de esos primeros doscientos años, esos grupos tan solo buscaban la transmisión de ese legado judío ya que para este pueblo la memoria es fundamental y la consciencia de pertenencia a un pueblo que, como sugirió Maimónides en la Edad Media, podía adaptarse a las vicisitudes de la historia adoptando incluso otras creencias para preservar la vida. Sin embargo, la acción de la Inquisición fue implacable. A medio camino entre Tras-os-Montes y la región de Alentejo tenemos el conocido caso de Sao Vicente da Beira, en la freguesía de Castelo Branco, donde en 1579 hizo acto de presencia la Inquisición portuguesa y que investigó delitos contra la fe que son un claro ejemplo de aquellos que se cometían en toda la Raya. La Inquisición portuguesa, fundada en 1536, no actuó prácticamente en sus primeras décadas y hasta los años sesenta no comenzó a intervenir en la zona de Évora. Esta institución llegó a ser tan agresiva que, en ocasiones, tuvo que intervenir la Iglesia de Roma para amortiguar o suavizar esa actividad. Las denuncias contra judaizantes provenían fundamentalmente de cristianos viejos (aproximadamente un 60%) pero muchas venían de la mano de cristianos nuevos, antiguos judíos, como es el caso de Gil Antúnez, cuya fervorosa fe del converso le había convertido en un serio peligro para aquellos que se resistían a abandonar sus costumbres y tradiciones. La media de edad de los denunciantes oscilaba entre los 30 y 35 años.

      Según Ricardo Escobar Quevedo, de la universidad de Franche-Comté, en Francia, "tres rituales destacados de la tradición criptojudía peninsular han sido identificados por los cristianos viejos, aunque no siempre puedan ponerle un nombre: la guarda del sábado (shabat) (34 % de hechos denunciados); el día grande (kipur) (14%); y un tercer conjunto, más difuso, pero importante, concierne a las prácticas funerarias (31 %). En cuanto hace a las prohibiciones alimenticias, seis personas fueron denunciadas por ayunar, dos por evitar comer cerdo y una decena por comer carne en cuaresma. Curiosamente, no hay denuncias sobre la confección del pan ácimo para la fiesta de Pésaj, que fue muy común en estos grupos judaizantes y que aparece en varias sentencias. Esta ausencia les da más veracidad a las denuncias; confirma que no están utilizando el edicto de fe (donde está detallado el ritual de la preparación del pan) para darle credibilidad a su testimonio (...). Por su frecuencia y modalidades, la guarda del sábado fue la práctica más visible a los ojos de los cristianos viejos. Denunciaban a los cristianos nuevos por llevar camisas lavadas los sábados y pasearse todo el día por las calles del pueblo sin trabajar. La víspera también cambiaban las sábanas y barrían la casa, además de encender candelabros que preparaban cuidadosamente con mechas y aceite limpios. Las argucias de ciertas mujeres parecen haber sido claramente identificadas por los denunciantes, como la de acudir los sábados por la mañana a la misa de la Concepción muy engalanadas, evitando de esta manera el trabajar (denuncia de Manuel Rodrigues, Visitação)".

     Podemos entender que, a raíz de las investigaciones de los archivos inquisitoriales portugueses y españoles, la vinculación familiar a ambos lados de la Raya fue fundamental, que en la comarca de Aliste la relación con comunidades de judíos nuevos y criptojudíos fueron muy habituales. Hemos comentado casos de vecinos de Alcañices que fueron procesados por la inquisición portuguesa. El trasiego y la relación interfronteriza fue constante y la preservación del legado familiar a través de canciones, rezos u objetos pasados de generación en generación dejaron una huella en esa España marcada por el peso de la Inquisición y la uniformidad religiosa y cultural. Una prueba de ello es la transmisión de las reças de Bragança o la práctica del judaísmo oculto en la región de Tras-os-Montes donde muchos judaizantes de las grandes ciudades lusas huyeron para encontrarse más lejos de esa fiscalización moral y social a la que estuvieron sometidos los cristianos nuevos, tanto aquellos que observaron el cristianismo en toda su amplitud como los que optaron por preservar y transmitir sus vetustas costumbres como parte de un legado de un pueblo milenario asentado en la península desde tiempo inmemorial y que había superado las conversiones forzosas en época de Sisebuto (siglo VII), las persecuciones medievales, como las razzias de 1391, o la actividad de San Vicente Ferrer a lo largo del siglo XV, que desembocó finalmente en el edicto de expulsión firmado por sus Católicas Majestades.

     Finalizo aquí un recorrido por la presencia judeoconversa a lo largo de la Raya portuguesa y su impronta e influencia en la vida comercial, cultural y social de una zona acostumbrada a la interconexión y a un cierto sincretismo tanto en las costumbres religiosas como culturales.

También adjunto el trailer de la película lusa "Sefarad" sobre ese redescubrimiento de las comunidades criptojudías en Portugal, por obra del capitán Barros Basto. Muchas de estas familias estaban diseminadas en Tras-os-Montes.



¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar